Se casó con el conde Fernec de Hungría y subió al trono como condesa de Ecsed, lo que la puso en un rango social extremadamente alto y le otorgó una riqueza desmesurada. A Fernec le llamaban "el Caballero Negro" por las atrocidades que cometía con absoluta fiereza en batalla. Según la leyenda, un día en el que el conde no se hallaba en el castillo, pues estaba combatiendo, Erzsébet le dio un fuerte golpe a una de las doncellas que se encontraba con ella, la cual le estaba peinando el cabello. Al golpearla, comenzó a brotar sangre de la nariz de la joven. La sangre cayó sobre la mano de la condesa, la cual vio maravillada que el lugar manchado por la sangre había rejuvenecido. A partir de ahí, comenzaron todas sus atrocidades. Mataba doncellas y las desangraba, para luego utilizar su sangre para no envejecer, incluso recurriendo a atreverse a matar a algunas jóvenes pertenecientes a la nobleza. Su cómplice en estos asesinatos era su mayordomo. Finalmente, la acabaron descubriendo al hallar todos los cuerpos mal escondidos, enterrados en lugares insensatos. Condenaron a la condesa a permanecer hasta su muerte dentro de una mazmorra, a la cual se le sellaron la puerta y las ventanas, dejando solo un pequeño hueco para pasarle la comida. Así murió ''la Condesa Sangrienta'', tras años de encierro, pero aso sí, manteniendo su juventud.
Fue la que inspiró a las futuras leyendas de vampiros, pues, también como comentan algunos, en los últimos años de asesinatos, ya mordía directamente a sus víctimas en cualquier zona de su cuerpo. Ha sido protagonista de muchísimas novelas y ensayos, apareciendo incluso como vampiresa en ''Drácula, el no muerto'' (2009), la secuela oficial de ''Drácula'', adoptando el comportamiento sádico de su leyenda.
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