Pero en mi caso las cosas no son así. Siempre pudo vivir sin mi, pero yo sin él no. Me hizo creer lo contrario, y yo me lo creí. Y ahora, la única que tiene el corazón roto soy yo. Menos mal que tú me escuchas Cheshire... comenzaba a cansarme de que la soledad fuera mi única compañera.
Pero, ¿sabes que pienso? Estoy segura de que un día mirará hacia atrás y se dará cuenta de lo que ha perdido. No lo digo por egocentrismo, si no porque, de cierto modo, lo sé. Me ha pasado con más personas... Me desprecian, me echan de sus vidas, y finalmente se dan cuenta de lo que tuvieron... Pero ya está hecho el daño. Es como cuando tiras un vaso al suelo, ¿se rompe, no? Ahora pídele perdón. ¿Sigue roto, verdad? Pues más o menos lo mismo.
De todas formas, tampoco he perdido nada ¿sabes? Lo único que iba a hacer era hundirme y hacerme sentir mal... Aunque, si es así, no comprendo por qué siento este vacío... supongo que esto es el amor... nunca había sentido nada así...
Digo unas cosas muy raras, ¿verdad, Cheshire? Tú, seguramente no te estás enterando ni de la mitad... Y no me mires con esos ojos, no te estoy culpando ni echándote nada en cara ¿eh?
Cheshire levantó la cabeza y alzó las orejas, mirando fijamente a su ama, sin haber comprendido sus palabras, pero presintiendo lo que ella sentía por dentro. Finalmente, con un suave ronroneo, volvió a apoyar la cabeza sobre las patas delanteras, cayendo poco a poco en las brumas del sueño.
La chica se quedó mirando a su gato con ojos melancólicos. Suspiró, resignada, y volvió a apoyarse sobre la ventana. Y allí se quedó hasta que el cansancio la obligó a retirarse. Allí estuvo observando a las estrellas, con las que trataba, intentando perderse en su belleza, evadirse del mundo.
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